Existen muchas historias sobre las espadas romanas, pero ninguna como la de la espada de Julio César, el máximo emperador romano.
¿Eres un seguidor de la historia romana o un ferviente coleccionista de espadas romanas o de espadas de colección? Entonces ésta no puede faltar en tu muestra de espadas históricas.
Julio César fue un emperador amado por unos y odiado por quienes lo consideraban un dictador que los regresaría a la monarquía. Lo cierto es que fue capaz de dirigir y expandir uno de los imperios más grandes e importantes de la historia; conoce la historia de Julio César y de su inseparable espada.
Nació el 12 o 13 de julio del año 100 a.C. en la República romana, su padre llevaba su mismo nombre: Cayo Julio César, mientras que su madre fue Aurelia. Venía de la dinastía Julio-Claudia y se creía que descendían de los propios dioses.
En su infancia su familia no era adinerada, pero cuando su tío Cayo Mario ascendió a un cargo importante en Roma, toda su familia ganó mayor prestigio. Su tío Mario lo nombró Sacerdote de Júpiter cuando solo tenía 11 años, un cargo de prestigio y honor en Roma.
Desde joven fue bien parecido y demostró tener gran habilidad para la oratoria y para planear estrategias militares.
Con tan solo 16 años fue puesto en matrimonio con la hija de Cinna, un destacado político romano, que era enemigo de Lucio Cornelio Sila.
A causa de su cercanía con Cinna, Julio César también se convirtió en enemigo de Sila, especialmente cuando éste le pidió al futuro emperador de Roma que se divorciara de la hija de Cinna, a la muerte de éste.
Julio César se negó a dicha petición y a partir de ahí tuvo que esquivar a los soldados y mercenarios que buscaban su cabeza a cambio de la recompensa ofrecida por Sila.
Finalmente, la familia de Julio César intervino para que Sila cesara su persecución y éste accedió aunque no muy convencido, por tal motivo, Julio César se marchó de Roma.
A su regreso a la República romana, hizo gala de su habilidad por la oratoria y ofreció varios discursos en contra de la forma de gobierno de Sila y la gente comenzó a creer en él como una alternativa.
Pronto comienza a conseguir nuevos títulos uno más importante que el anterior, ocupó cargos como general y edil, realizados con magnificencia, comenzando alrededor del año 65 a.C.
La lucha entre la popularidad y el poderío entre Sila y Julio César iba en aumento, y finalmente, durante las elecciones del año 63 a.C. el pueblo votó para que Julio se convirtiera en Pontífice Máximo de Roma, el cargo más importante que había ostentado hasta el momento.
En el año 62 a.C. fue nombrado pretor urbano, y meses después, habiendo librado un complicado año, obtuvo el cargo de propretor de Hispania Ulterior.
Era conocido por ser un hombre benévolo y justo, pero también muy hábil en batalla, siempre acompañado por su espada o gladius romana. También se le conocía por tener una gran ambición, deseaba ser Cónsul de Roma, un cargo con igual poder que un Rey.
Como era muy buen estratega, se dio cuenta de que por muy temible que fuera su espada y por muy buen orador que fuera, no alcanzaría el poder que anhelaba solo.
Así que buscó aliarse con hombres poderosos en Roma, y así nació el Triunvirato en el año 60 a.C., uniendo sus fuerzas con las de Craso y Pompeyo.
Por una parte, Craso ostentaba un gran poder económico, y por el otro, Pompeyo era un hombre fuerte muy popular por sus hazañas militares. Mientras que Julio César complementaba estaba triada con gran poder político e influencia sobre el pueblo romano.
A cambio se repartirían las provincias del Imperio romano, en un acuerdo en el que Julio César recibiría las Galias, Pompeyo se haría cargo de Hispania y Craso gobernaría Siria.
Tras la muerte de Craso en el año 53 a.C., Pompeyo y Julio comienzan una guerra para tomar mayor control el uno sobre el otro.
La bien conocida espada de Julio César conquista más victorias que la de Pompeyo y todo su ejército. A su paso para someter a las Galias, aniquila también a helvecios, belgas, aquitanos y a un importante ejército británico.
Finalmente, Julio César cruzó con facilidad el Rubicón y tomó Roma y la Península Itálica, mientras que Pompeyo, su ejército y los senadores que conspiraban contra Julio César, huyeron de Roma para asegurar sus vidas.
Parecía que la espada de Julio César había sido más astuta y letal de lo que sus enemigos esperaban, poco después, Julio César decidió conquistar Hispania y venció al ejército de Pompeyo en Ilerda y posteriormente en la épica batalla de Farsalia.
Tras múltiples campañas en las que la espada de Julio César salió victoriosa en su mayoría, regresó a Roma en el año 46 a.C., y fue nombrado por tercera vez dictador, esta vez por un plazo de diez años.
En los años siguientes, una serie de conspiraciones muy sutiles intentaban hacer enfurecer al pueblo en contra de él, haciéndoles pensar que volverían a la monarquía si César continuaba en el poder, pero él en varias ocasiones rechazó el ser llamado rey o ser coronado.
Finalmente, el 15 de marzo en el año 44 a.C., fue víctima de una conspiración por parte de los senadores que lo consideraban una amenaza, entre ellos Marco Junio Bruto y Gayo Casio Longino, y otros reconocidos partidarios del fallecido Pompeyo.
Ni la espada de Julio César pudo salvarlo de la emboscada bien planeada que alrededor de 60 senadores urgieron. El César fue dirigido al Senado, sin sospechar que sería recibido con las espadas romanas de enfurecidos y aterrados senadores que lo detestaban en secreto.
Aproximadamente 23 espadas romanas atravesaron el cuerpo del emperador, que nunca tuvo oportunidad de defenderse, porque era ilegal portar armas dentro del Senado.
Si bien las espadas romanas tenían todas un diseño similar, la espada de Julio César era muy especial, había sido forjada con majestuosidad y tenía grabados múltiples símbolos y figuras romanas a lo largo de la hoja.
Su empuñadura, la guarda y el pomo estaban grabadas con detalles en oro incrustado Damasquinado, e incluso en partes de la hoja.
Se cree que pesaba alrededor de dos kilos, y que su mango podía brillar a distancia por el estupendo grabado en oro y negro al ácido.
Posiblemente, la espada de Julio César fue la responsable de dar muerte alrededor de un millón de hombres en batalla, a lo largo de sus empresas por convertirse en emperador de Roma.
Sin duda, de las espadas históricas, las espadas romanas tienen un lugar indiscutible entre las espadas de colección favoritas de los coleccionistas.
De todas las espadas romanas, la espada de Julio César es la más emblemática y considerada de gran valor dentro de las espadas de colección por su significado histórico.
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