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Conoce la historia de la espada de Ricardo Corazón de León, uno de los reyes de Inglaterra más sanguinarios y feroces, que portó una de las espadas históricas más emblemáticas.
Las espadas más famosas de la historia no se inmortalizaron por sí solas, sino por las hazañas o masacres que sus dueños realizaron en vida.
En particular, la espada de Ricardo Corazón de León, una de las espadas históricas más emblemáticas, dio muerte a miles de personas y ayudó a conquistar múltiples batallas en la Tercera Cruzada.
Su herencia cultural queda como ejemplo de lo temible de Ricardo I, conocido como Corazón de León por su incansable sed de guerra y poder.
Sus padres fueron Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquintania, nació el 8 de septiembre de 1157 en el Palacio de Beaumont en Oxford.
Fue el segundo hijo varón de Enrique II, pero siempre fue el más obstinado y también el más ambicioso; su personalidad fuerte y decidida se podía observar desde sus primeros años.
Se dice que creció tanto que rebasaba los estándares de aquella época, llegando a medir casi dos metros de altura.
Era pelirrojo, de ojos y tez clara, un hombre atractivo al que le gustaban la poesía y la guerra, sus dos pasiones indomables.
Fue nombrado Duque de Aquintania en 1168, cuando tenía 11 años y Conde de Poitiers, solo cuatro años después.
Estos nombramientos despertaron al León dentro de Ricardo, quien no se conformaba con tan casuales títulos y deseaba ser Rey.
Su hermano mayor Enrique III “El Joven”, fue nombrado segundo rey de Inglaterra, como una forma de asegurar su sucesión a la corona, cosa que no agradaba mucho a Ricardo.
Ricardo I estaba prometido desde niño con Adela de Francia, pero al parecer su padre el Rey, la convirtió en su concubina, hecho que ofendió mucho a Ricardo y le dio un nuevo pretexto para revelarse contra él.
En 1173, Ricardo I planifica un elaborado plan para derrocar de la corona a su padre con la ayuda de su madre Leonor de Aquintania, con Felipe II de Francia y con sus hermanos Enrique “El Joven” y Godofreo.
Su intención era que su padre le otorgara la corona a su hermano Enrique III, pero el Rey los vence y Ricardo se ve obligado a rendirse y mostrarle pleitesía.
En los años siguientes su hermano Enrique “El Joven” murió y él quedó como heredero legítimo a la corona de su padre, aunque tendría que esperar casi dos décadas para gobernar.
Mientras tanto, se dedicó a aplastar las rebeliones que se presentaban en la zona de Gascuña en Aquitania, portando una de las espadas históricas más letales, y sus métodos eran en extremo sangrientos y crueles.
En esos años destacó por su carácter indomable e increíble pensamiento bélico-estratega, fue un excelente comandante militar.
Sin embargo sus empresas violentas provocaron que en 1179 un grupo se revelara contra él e incluso pidieron la intervención de sus hermanos para evitar más catástrofes, pero sus cacerías no tuvieron final, y él demostró su habilidad en la guerra saliendo victorioso una vez más.
Por ésta y muchas otras más victorias, es que se le empezó a conocer como un gran comandante militar con Corazón de León y es el motivo por el cual su espada pertenece a las espadas históricas más importantes.
Su espada siempre lo acompañó durante sus asedios y batallas más temibles, era un hombre fuerte, robusto y muy alto, fácilmente blandía su espada contra todo aquel que se le opusiera o representara a sus enemigos.
Ricardo I fue representado en varias pinturas e historias, montado en su caballo y sosteniendo su espada, como un símbolo del poder de Inglaterra en aquél momento y de su incansable sed de guerra y sangre.
La espada de Ricardo Corazón de León es una de las espadas históricas más notables y recordadas por sus peculiares símbolos.
En el pomo de la empuñadura se puede apreciar el rostro de un león furioso rugiendo, rodeado de cruces, que puede representar al propio Ricardo I en batalla.
La guarda de la espada tiene un dragón de cada lado, sosteniendo un escudo al centro que se alinea con el resto de la hoja de la espada. La espada medía aproximadamente 75cm en total.
Finalmente, en 1189, tras una nueva batalla contra su padre, el Rey Enrique II, Ricardo I vence al ejército de su padre con la ayuda de Felipe II de Francia.
Fue coronado oficialmente ese año y pocos meses después su padre murió. Su reinado estuvo envuelto en la polémica constantemente. Comenzando porque se coronó como Rey y como Cruzado, por lo que no permitió que a su coronación asistieran ni mujeres ni judíos.
Se desató una masacre contra judíos y al poco tiempo él mismo restableció el orden y pidió que se dejara de perseguir a los judíos.
Poco tiempo después, él y el Rey Felipe II, acordaron ir juntos a la Tercera Cruzada para asegurarse que ninguno de los dos invadiera sus tierras en ausencia del otro. Aunque algunas versiones los ligan en un romance homosexual, ya que Ricardo I nunca tuvo descendencia.
Tal y como los propios leones, Ricardo I es recordado por su intensa crueldad en batalla y por su casi nula bondad. Destaca una ejecución masiva de casi 3 mil prisioneros musulmanes a los que mandó matar porque entorpecían sus planes.
Sus ataques no solo incluían a su espada, flechas y otro tipo de armas medievales, sino que también recurría a métodos de tortura incluida la violación física tanto en mujeres, como también en algunos hombres.
Ricardo I se permitía divertirse con las víctimas de los sitios que atacaban, primero con las mujeres y luego también permitía que su ejército hiciera lo mismo. Era una especie de reafirmación de su poder y para demostrar su superioridad.
A su paso se ganó multitud de enemistades, aunque nada de eso le importaba y tampoco lo paraba ni a él, ni a su espada, una de las espadas históricas más majestuosas.
En 1192 tuvo complicaciones para regresar a su reinado, y fue puesto prisionero en Austria por Leopoldo V, aunque recibió ciertos privilegios que otros prisioneros comunes no.
Fue liberado después de que su madre Leonor de Aquitania pagó un rescate por él y regresó una vez más a Inglaterra.
En aquél momento ya se había enemistado con Felipe II, hecho que marcó sus siguientes objetivos bélicos y se entabló en una serie de enfrentamientos contra Francia que ganó gracias a unas cuantas alianzas.
Años después adoptó el lema que aún sigue vigente: “Mi rango no reconoce otro superior que no sea Dios”.
Confiado y tranquilo, el 25 de marzo de 1199 recorría el perímetro de su castillo, sin traer puesta su cota de malla, mientras veía cómo se realizaban las pruebas de lanzamientos de flechas.
Le causó mucha gracia que un joven sostenía con una mano una ballesta y con la otra un sartén para detener flecha. Pero entonces éste joven le lanzó dos flechas al Rey, la primera fue aplaudida, pero la segunda se le clavó arriba del hombro izquierdo muy cerca del cuello.
Cuando trajeron al culpable, se dieron cuenta que apenas era un niño lleno de rabia, quien había disparado en contra del Rey porque éste había matado a su padre y dos de sus hermanos.
Ricardo Corazón de León, en un acto de compasión, de los que no estaba acostumbrado a realizar, permitió que se le dejara vivir al niño.
La herida se infectó y le causó gangrena, por lo que murió el 6 de abril de ese mismo año, y tras su muerte, uno de los capitanes más fieles, desolló vivo al niño.
La espada de Ricardo Corazón de León queda en el recuerdo como una de las espadas históricas más letales de la memoria medieval.
Sin duda, para los coleccionistas de espadas históricas, ésta es una que no puede faltar en sus estantes, la espada de Ricardo Corazón de León, conquistó después de su muerte, historias en el cine, teatro y libros.
A lo largo de la historia, las espadas han sido símbolos de poder, justicia y valentía. En muchas culturas, las espadas han sido enarboladas por héroes, guerreros y reyes, y han sido objeto de leyendas, mitos y relatos épicos.
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